Las Flores

 

Desde su fundación en 2002, Homeless Child ha cooperado con Proniño, una iniciativa para proporcionar atención permanente a niños de la calle. Por aquel entonces, Proniño consistía en ‘Las Flores’, donde se cuidaba a niños de entre 6 y 15 años y en ‘Los Grandes Heroes’, donde se acogia a jóvenes de entre 15 y 19 años. A causa de la violencia de las pandillas y las amenazas a la seguridad de los chicos más mayores cerca de la casa de los «Grandes Héroes», los treinta jóvenes ahora viven en la propiedad principal de Proniño en El Progreso, Honduras.
 
Estos niños vivían anteriormente en las calles u en otras condiciones peligrosas y, a menudo, entran en nuestros programas después de experimentar graves traumas. Sufren frecuentemente de desnutrición crónica, abuso sexual a largo plazo, abuso, adicción, inhalación de pegamento, mendicidad y robo forzoso, negligencia grave y expulsión de la familia y la sociedad.
 
Desde el momento en que los niños llegan a Proniño, se les ofrece protección y seguridad. Los primeros meses requieren mucha atención y son de gran importancia para estabilizarlos. Este proceso es crucial para ayudarles a recuperar la fuerza a través de una nutrición sana y un sueño adecuado. A menudo también necesitan ayuda médica.
 
A su llegada, se les incluye inmediatamente en un grupo con otros compañeros que consta de no más de 10 niños. De esta forma, hay suficiente atención para cada uno y pueden crecer en un ambiente familiar y hogareño.
 
Los niños participan en conversaciones individuales y grupales para que puedan comenzar a procesar los traumas experimentados antes de llegar a Proniño. Debido a las terribles experiencias vividas, la atención psicológica constante sigue siendo necesaria durante su estancia en Proniño. La gran mayoría de los niños tienen la autoestima seriamente dañada y se necesitan años de educación, confirmación y apoyo para que puedan volver a desarrollar su amor propio.
 
Después de su llegada, se les busca un lugar adecuado para asistir a la escuela y tratamos de ofrecer a los niños una visión de una vida mejor lo antes posible. También pueden ayudar en el huerto y cuidar de los pollos. A partir de los 15 años, pueden participar en el proyecto agrícola y en la formación profesional de carpintería e ingeniería eléctrica. Esto les da a una probabilidad ligeramente mayor de incorporarse al ajustado mercado laboral de Honduras.
Después de haber sido castigados, vuelven a florecer. Construyen amistades con otros niños, un vínculo de confianza con los empleados. Pueden ser niños otra vez.
En última instancia, la mayoría de ellos pueden moldear su propio futuro y llevar una vida razonablemente estable.